En Roma, los pater familias tenían un
control sobre su esposa y su familia, pero la ley romana concedía a la mujer
más derechos que la griega. No vivían recluidas en casa y comían con sus
esposos; eran libres para abandonar la casa y visitar no sólo tiendas, sino
también lugares públicos como teatros y juzgados. Muchas mujeres romanas de
clase elevada eran influyentes y tomaban parte activa en los asuntos sobre los
que se discutía en sus casas.La mujer romana se casaba entre los trece y los
diecisiete años. Una vez dentro de su casa, la mujer ocupaba una posición
bastante independiente, sobre todo en época imperial, cuando se consideró a la
mujer como propietaria de los bienes que ella había aportado al matrimonio. Así
era lógico que las mujeres empuñasen con frecuencia las riendas de la casa,
mandando en ellas más que el marido e incluso sobre él.
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